El archivo de Juan Bedoya
Juan Bedoya Vargas |
Una de las funciones de la investigación –probablemente Juan sonreiría ruborizado ante tal término, como si sólo se pudiera investigar en las universidades y otros templos del saber– es someter a consideración pública el conocimiento hasta la fecha alcanzado acerca de un fenómeno, ya sea aspectos de la biografía de un personaje, o bien unas ruinas arqueológicas. De este modo podemos criticar en el sentido más noble y edificante del concepto, desembarazarnos de supersticiones y prejuicios, que siempre encuentran en la fantasía espacio donde alojarse, y así progresar por medio de lo que Kant denominó “razón pública”, el libre intercambio de información, conocimiento y argumentos contrastados empíricamente.
Con el ejercicio de la “razón pública” constataríamos aquello que decía Stefan Zweig: “Los libros se han escrito para unir a los seres humanos más allá de la muerte, defendiéndolos del más implacable enemigo: el olvido”. Se entiende: los documentos, pues también leemos las imágenes, las piedras, los objetos y, en suma, eso que llamamos “realidad”, aunque siempre haya perspectivas que se nos escurran de las manos. Ojalá algún día pueda poner al servicio de la ciudadanía su inmenso archivo, cosa que nunca terminaremos de agradecerle, sobre todo si lo empleamos adecuadamente para saber de dónde venimos, qué somos y adónde podemos ir.
(Sebastián Gámez Millán)
Hemos organizado los documentos en varios apartados conservando el criterio con que Juan Bedoya Vargas lo tenía estructurado. En cada apartado hay cientos de documentos o fotografías de su archivo personal .
Podéis ir pinchando en cada uno de los enlaces para ver su contenido.